Acontecimientos tan trágicos como los atentados con bombas ocurridos recientemente en el aeropuerto de Bruselas han puesto de relieve la necesidad de reforzar las medidas de seguridad y disponer de tecnologías más eficaces. Esta es una de las aplicaciones que tiene en mente el equipo del proyecto MIRPHAB, que ha presentado un sensor químico capaz de detectar sustancias como drogas y explosivos a una distancia de treinta metros.

«Estamos creando la nueva generación de sensores, compactos, de bajo coste, con un consumo de energía reducido, capaces de detectar en tiempo real y con una velocidad y sensibilidad inigualables», asegura con orgullo Sergio Nicoletti, coordinador del proyecto MIRPHAB. El nuevo sensor, que lee las frecuencias específicas que se generan al interactuar los líquidos o gases con la luz, podrían estar instalados próximamente en la entrada de aeropuertos para escanear a grandes grupos de personas y maletas en busca de materiales sospechosos antes de que accedan al edificio.

Esta no es más que una de las muchas aplicaciones posibles que tiene en mente el equipo del proyecto. Entre otras cosas, el sensor mid-IT puede detectar enfermedades, buscar bacterias en frigoríficos, detectar la presencia de alcohol o incluso supervisar las emisiones de dióxido de carbono para contribuir a atenuar el cambio climático.

José Pozo, director de tecnología e innovación en el Consorcio Europeo para la Industria Fotónica, afirma que este avance podría generar nuevas oportunidades de negocio y comerciales para pymes y grandes grupos industriales. La línea de sensores piloto prevista no solo permitirá reducir costes, consumo de energía y dimensiones; se prevé también que el aprovechamiento de una tecnología Si/III-V combinada abra las puertas a aplicaciones que no resultan posibles con las tecnologías y los componentes actuales.

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